La renuncia de Benedicto XVI es un signo más de cambio de época y de paradigma cultural. El nuevo papado ha de responder a un nuevo rostro de Iglesia para un mundo nuevo. Considero que el próximo Papa -y todos nosotros, animados y confirmados por él en la fe- hemos de atender a lo que deberían ser mandamientos prioritarios para la Iglesia hoy: